viernes, 31 de marzo de 2017

Presa de Alcantarilla - Toledo

 La construcción de una presa, conocida con el nombre de La Alcantarilla o Los Paredones, en el arroyo Guajaraz, afluente del Tajo por su margen izquierdo, solucionó el abastecimiento de agua a Toledo en época romana. Este río, aunque de bajas aportaciones hídricas, discurre a pocos kilómetros al oeste de Toledo, y a priori solventaba los problemas planteados por los únicos ríos caudalosos cercanos a la ciudad, el Guadarrama y el propio Tajo, de pendientes muy reducidas en sus tramos finales, lo que hubiera obligado a tomar el agua en un punto muy lejano a Toledo. Los ingenieros romanos edificaron en el Guajaraz un pantano que formó un embalse de grandes dimensiones y que sirvió de castellum inicial de la conducción. Los problemas derivados de la escasez de los aportes hídricos de este río obligó a ampliar la superficie de la presa con una nueva obra, que incluía el incremento del caudal con el arroyo de San Martín de la Montiña, afluente del Guajaraz. La capacidad total de este embalse se ha calculado en 3'5 millones de m³.
La presa de Alcantarilla conserva en la actualidad una longitud de 550 m., una altura máxima de 21 m. y presenta un muro en forma de talud con un espesor que supera los 3 m. en la parte alta. Este muro está formado por un núcleo de opus caementicium, revestido por un paramento de fábrica de diferente tipología. El de aguas abajo está realizado con la técnica del opus incertum, mientras que el de aguas arriba está recubierto por un lienzo de sillares. En un momento indeterminado, el muro de la presa rompió hacia el interior del embalse, tal y como demuestran los paramentos caídos que hoy pueden verse en todo su tramo central. Esta presa conserva los restos de la torre de regulación, situada en la margen derecha del Guajaraz, que permitía la salida del agua según las necesidades y en la que, lógicamente, tenía su origen el canal de conducción que permitía llevar el agua a Toletum.
El pantano de Alcantarilla pudo ser construido en el siglo I d. C., si atendemos a las similitudes que presenta con el embalse de Proserpina (Mérida).

jueves, 30 de marzo de 2017

Piedra Escrita - Cenicientos

Monumento civil, de origen supuestamente romano, siglo II, que consiste en una gran roca de granito de 7 m. de altura y 9 de circunferencia.
Es en Piedra Escrita donde algunos documentos situan los orígenes de Cenicientos.
Tiene tallada en su cara occidental una escena interpretada por tres figuras togadas, discerniéndose a sus pies la silueta borrosa de un toro y otro animal, probablemente un oso.
Tiene una inscripción casi ilegible ya que el monumento se encuentra en una finca privada y el dueño de la misma harto de tantas visitas raspó la inscripción.
En estas circunstancias resulta difícil descifrar el sentido original del monumento, que es interpretado por algunos como un altar levantado por "Sisquinio" en honor a Diana diosa de la fertilidad y la caza por la curación de su mujer enferma; o incluso como la pared trasera de un templo funerario, mientras que otros lo consideran cono un hito divisorio entre dos partidos judiciales romanos, identificando las figuras del altar con un sacerdote y una divinidad relacionadas con el culto al emperador y el reparto de la justicia.
Al parecer, según información de los lugareños, en tiempos pasados esta roca tuvo alrededor un circulo de piedras que hoy están desperdigadas por el entorno, pudiendo encontrarse en sus cercanías de 12 a 20 tumbas antropomórficas excavadas en la roca de difícil datación por lo que se cree de la posible existencia de un poblado prerromano o quizá celta que sería anterior a la escultura.

Campamento de Herrera de Pisuerga Palencia

Es el primer campamento legionario de carácter estable y se corresponde a la campaña llevada a cabo por Agrippa en el año 19 a.e.c. Situado en la zona de transición entre las llanuras de la Meseta y las primeras elevaciones montañosas de la Cordillera Cantábrica. El campamento de Herrera de Pisuerga debió ser fundado entre el 20 y el 15 a.e.c. a juzgar por los datos arqueológicos. Está situada junto al río Pisuerga, la principal vía de penetración hacia el interior de la Cordillera y el mar. El campamento ocupó un cerro amesetado con una ligera elevación, situado justo en la confluencia del río Pisuerga con un afluente menor, el Burejo. El campamento albergó a la Legio IIII Macedonica, encargada preferentemente de la vigilancia y el control del territorio cántabro, unidad que permanece en dicho asentamiento durante todo el periodo augusteo-tiberiano, hasta la partida de la legión en el 39 hacia su nuevo destino en Mogontiacum
El asentamiento tendrá el nombre de Pisoraca y en él se levantarán edificios propios de un campamento militar: viviendas, recintos para la tropa, locales comerciales y centros industriales, cuadras, etc.
De entre los materiales aportados por el yacimiento es importante la cerámica, de la cual destaca la denominada "Terra Sigillata". En la "Sigillata" de Herrera destacan las piezas fabricadas por un alfarero militar que trabajaba en Pisoraca: Terencio; en este tipo de cerámica hay vasos decorados, jarras y copas.
Mención aparte merece la "Tessera hospitalis" lámina de bronce recortada en forma de jabalí con una longitud máxima de 125mm. y una altura máxima de 65mm. El grosor medio es de 1mm. y su peso de 75gr. Presenta dos pequeños orificios que podrían servir para fijar o colgar la pieza. Lleva dos inscripciones en latín, una en el anverso y otra en el reverso, en las que se establece un pacto de hospitalidad entre la ciudad de los Maggavienses y un particular, Amparamus, a quien se otorga la ciudadanía honoraria.
Se han exhumado 52 tumbas de origen visigodo en las que destacan los ricos ornamentos con que se enterraba a las mujeres, entre los que podemos mencionar fíbulas de bronce, hebillas, y objetos propios del ajuar femenino como collares, pendientes, brazaletes y sortijas.

(Tarraconensis)

miércoles, 22 de marzo de 2017

Puente de Alborea - Albacete

En las inmediaciones de Alborea se encuentra el puente romano, uno de los pocos vestigios del pasado histórico del municipio y una de las construcciones de mayor valor. Se encuentra en buen estado de conservación y formaba parte de una antigua calzada romana de segundo orden que unía Sagunto con Andalucía, pasando por Requena, Chinchilla y Alcaraz.

La Leitosa - León

Localización: la entrada al paraje puede realizarse desde Villafranca del Bierzo, tomando la carretera de Paradaseca. A unos 4 km de esta localidad se encuentra un desvío en dirección a Paradiña y Prado de Paradiña. Ascendiendo unos 4 km por dicha carretera se encuentra la carretera que une las localidades de Pobladura de Somoza y Prado de Paradiña. Continuando en dirección a Paradiña, a aproximadamente 1 km, se toma una pista a izquierda. Los miradores se encuentran a 1,6 y 3,9 km.

Grado de Accesibilidad: Bueno – Accesos y senderos señalizados – Posee cuadros explicativos.

Descripción: la minería del oro existente en la zona correspondiente a la actual provincia de León no se limitó al paraje de Las Médulas. En su búsqueda sistematizada de los lugares susceptibles de explotar un mínimo de mineral de oro los romanos abarcaron todas las zonas que les resultaban económicamente rentables, ocupando un papel ciertamente interesante a este respecto el curso del río Sil y sus afluentes. Destacan las labores mineras reconocidas en el río Burbia, donde se localizan las minas de La Leitosa y Los Cáscaros, dos de las más extensas en superficie de época romana (sólo superadas por Las Médulas). La Leitosa es el único lugar, junto a Las Médulas, en el que se documenta el más complejo sistema de extracción del oro, la ruinae montium, que necesitaba grandes cantidades de agua (desde los miradores son visibles varios canales en la ladera oriental de la cresta de Peñas de Torga, cinco estanques de recepción del agua y tres bocaminas). También es posible reconocer en este territorio otras actividades mineras, como por ejemplo, las trincheras en el suelo que parecen responder a los trabajos previos de reconocimiento de la zona a explotar (unas zanjas que permitían conocer a los romanos los distintos niveles de aglomerados y por tanto a qué profundidad con respecto a la superficie se encontraban los niveles más fértiles en oro).

(Museo Arqueológico) 

lunes, 20 de marzo de 2017

Acueducto de Zaorejas - Guadalajara

Localización: a poco más de un kilómetro al sur del casco urbano de Zaorejas. El acceso se realiza siguiendo un sendero señalizado que comienza a la salida del caserío y que sigue el curso del Barranco de Fuentelengua.

Grado de Accesibilidad:
Bueno – Acceso señalizado – No posee cuadros explicativos.

Descripción:
esta importante obra hidráulica, realizada a mediados del siglo II d.C., arranca en la ladera oeste del paraje denominado La barbarija del que proceden las aguas que actualmente abastecen al pueblo de Zaorejas. Esta construcción, coronada por un canal para la conducción de agua hoy totalmente desaparecido, se ha perdido en buena parte debido a la acción de los agentes atmosféricos y a la acción humana (sus piedras se utilizaron para el cerramiento de huertos y el aterrazamiento de taludes). Su fachada norte presenta un mejor acabado y mayor decoración ornamental seguramente debido a que esta cara daba a una importante vía romana (Laminio-Caesaraugusta).

lunes, 6 de marzo de 2017

Lacimurga - Cerro del Cogolludo

Existe controversia en cuanto a la identificación de las ruinas de la ciudad hallada en el Cerro del Cogolludo, sobre la orilla derecha del río Guadiana. Mientras que algunos autores sitúan aquí la Lacimurga Constantia Iulia descrita en la Bética por Plinio el Viejo, la mayoría de los estudios establecen en este yacimiento la Lacimurga o Lacinimurga de Ptolomeo, incluida dentro de la provincia lusitana.
El oppidum prerromano, del que se han rescatado joyas orientalizantes datadas en los siglos VI-V a.C., daría paso a una ciudad romana convertida en municipio en época de Augusto, o según otros investigadores bajo la dinastía flavia. De esta manera se reaprovechaba un asentamiento desde el que se dominaba uno de los vados del Guadiana y zona de paso entre la Bética y la Lusitania, erigiéndose Lacimurga como la ciudad desde la cual controlar una extensa zona rural de desconocidos límites, cuyas villas y explotaciones se pudieron servir de las vegas del Guadiana y Zújar.
Apareciendo restos arqueológicos desde mediados del siglo XIX, sería durante los años 90 cuando se ejecutaran las primeras labores de excavación, resultando de las mismas cuatro sectores diferenciados en la zona más meridional del cerro. El sector sur, dominando el desfiladero, correspondería con los vestigios romanos más antiguos, datados entre los siglos II-I a.C. y consistentes en un edificio de carácter monumental, posiblemente público, para cuya construcción se aprovechó una plataforma natural del terreno rodeándose de un fuerte amurallamiento. En el sector oriental, se conservan ruinas de viviendas y edificios de almacenaje, mientras que en el sector occidental se enclavan los restos más destacados del lugar, fechados entre los siglos I a.C. y I d. C., identificados con una vivienda con baños o bien un edificio de termas públicas, elevado sobre mampostería, sillares graníticos y ladrillo, y donde destacan el pequeño caldarium, con labra u honda bañera, el tepidarium rodeado de banco corrido, y el frigidarium o gran piscina para el agua fría lucida con opus signinum.
El sector noroccidental estaría presidido por un gran depósito de agua, bajo el cual se conservan grandes sillares que indicarían la posible presencia de un edificio público, mientras que en las inmediaciones del propio risco multitud de bancales y muros de aterrazamiento de mampostería, aún por excavar, podrían señalar la presencia de viviendas y sistemas de defensa prerromanos en la parte más elevada del yacimiento.

Norba Caesarina - Cáceres

Norba Caesarina fue una ciudad romana, con la categoría de Colonia civium Romanorum, fundada en el último tercio del siglo I a. C. y ocupada hasta el siglo V, que se corresponde con la actual ciudad extremeña de Cáceres (España).

Historia
La ciudad fue fundada en época del Segundo Triunvirato en 34 a. C., cuando las provincias de Hispania ya habían sido asignadas a Octaviano, con el nombre de Colonia Norba Caesarina, por el Procónsul romano Cayo Norbano Flaco, aunque, de todas formas, seguía las directrices fijadas por Julio César antes de su asesinato en 44 a. C., que incluían un amplio programa de fundación o refundación de nuevas ciudades en Italia y las provincias, particularmente las de Hispania. Como consecuencia, en su nombre oficial Norba recuerda el nomen de su fundador y consta Caesarina en honor de Julio César, inspirador de su fundación.
Los nuevos colonos fueron adscritos a la tribu Sergia, la misma que la de su fundador.
La Colonia pertenecía a la provincia Hispania Vlterior republicana y, desde la reordenación provincial de Hispania realizada por Augusto en 27 a. C., a la nueva provincia imperial Lusitania, siendo adscrita en un momento indeterminado entre los imperios de Augusto y de Claudio I al conventus iuridicus Emeritensis, cuya capital era la Colonia Augusta Emerita.
Plinio el Viejo (Historia Naturalis IV, 117)4 señala que de esta colonia dependían, al menos en época flavia, los antiguos campamentos de Castra Servilia y Castra Cecilia, viejas fundaciones de época Republicana de los siglos II y I a. C., respectivamente, ambos situados en las proximidades de la actual ciudad de Cáceres. Por su parte, Ptolomeo menciona su existencia en el siglo II.
Asimismo, en el territorium de la Colonia existían varios vici o aldeas, de los que conocemos dos por su nombre antiguo a través de inscripciones cacereñas, el vicus Roudensis en el Casar de Cáceres, y el vicus Tongobricensis en Brozas, mientras que conocemos un tercero, llamado Tancia Norbana a través del epígrafe funerario de un centurión de la Cohors III Hispanorum procedente de Brugg (Suiza).
Tres inscripciones documentan las instituciones típicas de una Colonia romana, ediles y duoviros como magistrados y un Ordo decurionis como senado local.
Inscripción funeraria de M. Accius Crescens del siglo I en el casco histórico de Cáceres10
Norba Caesarina conoció un largo periodo de prosperidad entre los siglos I y III, en la época romana altoimperial, a pesar de funcionar como ciudad satélite de Augusta Emerita, la actual Mérida, que fue fundada como centro administrativo de los nuevos territorios conquistados en la expansión de la Lusitania.
Para intentar compensar esa influencia de Augusta Emerita, fundación directa del emperador Augusto, los norbenses buscaron el patronazgo del entorno más inmediato del primer emperador, eligiendo a Lucio Cornelio Balbo, de ascendencia hispana, sobrino de uno de los lugartenientes de Julio César y casado con una hija del fundador de la Colonia, y, por lo tanto, su yerno, a quien dedicaron una inscripción hnoraria en un momento posterior a 19 a. C., conmemorando su aclamación como imperator por su triunfo sobre los garamantes en la provincia Africa proconsular.11 lo que es especialmente importante, ya que esta inscripción atestigua el nombre y titulatura de la Colonia hacia 20-10 a. C.
Su período de mayor prosperidad terminó con el advenimiento de la Dinastía Severa, aunque la élite de la ciudad, al contrario de casi todas las élites urbanas de la provincia Lusitania y, en general, de Hispania, apoyó a Septimio Severo, frente a Clodio Albino, posiblemente por contraste con su rival Augusta Emerita. En el caso de Norba, el ordo decurionis local demostró su fidelidad al nuevo amo del Imperio erigiendo una estatua conmemorativa tan pronto como el año 194, conservándose el pedestal con su dedicatoria.
A mediados del siglo III, ante la general inestabilidad político-militar del mundo romano, reaprovechando materiales anteriores -sillares, inscripciones, columnas y decoraciones de edificios amortizados...-, se reconstruyó un cinturón de murallas, a semejanza de la mayoría de la ciudades de mayor importancia de Hispania, de todo el Imperio y de la propia ciudad de Roma.
A lo largo del siglo IV, la vida de la ciudad fue languideciendo, con un empobrecimiento material, que se constata en las excavaciones arqueológicas en forma de nuevas construcciones realizadas sobre edificios altoimperiales amortizados, reaprovechando materiales de épocas anteriores y con un técnica constructiva de mediocre calidad. Después de las invasiones germánicas de 409, la Colonia terminó por ser abandonada hacia mediados del siglo V, y su solar y sus ruinas no fueron reutilizados hasta después de la conquista musulmana de la Península Ibérica.